domingo, 22 de diciembre de 2013

Adiós al duelo: en la ciudad ya sólo se hacen velatorios en dos de cada diez muertes

Los rituales funerarios están desapareciendo en Buenos Aires; lo atribuyen a causas económicas y a superar rápidamente una pérdida, pero para los psicólogos son necesarios

Por   | LA NACION

"Le dimos todo en vida." Con esa frase los familiares suelen dar a entender que no les interesa hacer un velatorio. Prefieren proceder directamente a la inhumación o, como ya sucede en la mayoría de los casos, a la cremación. Desde la casa funeraria hacen un intento más: le explican que el velatorio es el momento propicio para hacer el duelo, esa respuesta natural y necesaria ante una pérdida. Que es el momento de llorar y de apoyarse en el otro. Pero la respuesta suele ser, otra vez, no. ¿Las razones? Disminuir gastos y, sobre todo, finalizar con el proceso lo antes posible sin demasiada puesta en escena.
Los rituales funerarios están desapareciendo en Buenos Aires y, en particular, en los estratos medios de la sociedad, para quienes la muerte sigue siendo un tema del que prefieren no hablar. Casi sin velorios, con cada vez más cremaciones y con la irrupción de servicios que llegan de la cultura funeraria anglosajona como elcatering , el funeral planner , o la asistente de familia en persona, la forma de despedir a los muertos se ha amoldado a nuestros tiempos: rápida, personalizada y despojada de ritualismos.
La Asociación de Empresas de Servicio Fúnebre de la provincia de Buenos y Aires y Capital (ASEF) afirma que hoy en ocho de cada diez casos se prescinde del velatorio, lo que atribuye tanto a razones económicas como al cambio cultural en el ritual de despedida. La cremación, que hace una década no superaba el 30% del total de fallecidos, alcanza hoy el 60%. "Este cambio cultural se manifiesta mucho más según baja la edad de quien es consultado, ratificando que los valores medidos a la fecha se van a incrementar", dice Juan Carlos Cuburú, gerente de ASEF.
El que acepta la muerte vive más. Pero aun así, la muerte todavía es un tabú para los porteños. Ésa es la visión que tiene el profesor y tanatólogo exequial Ricardo Péculo. "En Buenos Aires se vive alocado. No hay tiempo. Hay menos velorios o son más cortos, la gente no va al cementerio como iba antes, los crematorios están llenos de cenizas que nadie va a buscar... Pero no es que la gente cambió el sentir de la muerte, es el ritmo de vida que llevamos", asegura.
Carlos Caravello, responsable de convenios y red de prestadores del Grupo Jardín del Pilar, advierte que no hacer el velatorio es una decisión que ellos no alientan. "Hoy hay empresas que privilegian achicar costos sacando el velatorio -dice-. La velación es un tema emparentado con el duelo, la despedida, el recuerdo. Algo que es necesario. Hay gente que llega y ya en el momento quiere terminar con todo, algo que ni siquiera es posible por los tiempos legales."
Para explicar este fenómeno, la psicoanalista y docente del Centro Dos Isabel Carraro repara en cómo se entendía la muerte en la sociedad antes y ahora. Antes: algo público, donde se compartía el momento en la habitación del fallecido con familiares y vecinos, en palabras del historiador Philippe Ariès, "una época donde la muerte estaba domesticada", integrada a la vida como un hecho más de ésta. Ahora: la muerte es como un tabú, algo de lo que se habla lo menos posible, demasiado privado y restringido. Un concepto posmoderno en el que, si se puede abolir todo lo relativo al duelo, si se pueden reducir los ritos que acompañan al velatorio, y si se puede reducir el cuerpo, mejor.
"Hoy hay cierto empuje a estar feliz, a sentirte bien, rápidamente bien. Ese empuje no da lugar a penar o sufrir la pérdida de un ser querido -dice Carraro-. El problema es que lo que se pone debajo de la alfombra no desaparece: muchas veces, si no se dejó lugar al duelo, se puede producir una seudodepresión o procesos melancólicos que duran mucho tiempo."
Y mientras los rituales se dejan de lado, desembarcan nuevos servicios que buscan amenizar ese momento y no sumarle burocracia al dolor. El funeral planner es la persona a quien se le encarga la organización de un funeral, tal como sucede con una boda. Si habrá velorio, si se optará por la cremación o el sepelio, cómo será el ataúd, si habrá música o comida. Eso sí: un funeral planner como Péculo siempre dirá que la palabra del muerto es palabra santa y se asegurará de cumplir con ella.
La asistente de familia en persona es una figura que prevé Jardín del Pilar para los servicios que brinda desde hace unos cinco años. Y según Caravello, la experiencia les ha demostrado que para ese rol la mujer suele desenvolverse mejor. El objetivo es dar una contención inicial y que los deudos puedan dedicarse a sentir y no tengan que ocuparse de los trámites. La otra novedad es el servicio de catering , que puede variar entre un desayuno o un brunch según la hora. "El servicio de confitería no existía hace diez años atrás. Con un crecimiento notorio dejó de ser algo extravagante para hoy ser bastante normal", dice Caravello.
Pero lo que pasa en Buenos Aires no se replica en el interior. La gran diferencia para Cuburú es que en el interior se conservan las tradiciones y una de ellas es ésta: rendirles culto a los muertos. "Parecería que el ciudadano de las grandes urbes -dice- ha endurecido sus sentimientos y quisiera escapar al fenómeno de la muerte. Como si esto fuera posible.".

El dolor no mata y compartirlo hace bien
Por Miguel Espeche  | Para LA NACION


Se ha dicho que la más íntima de las intimidades no es la que se relaciona con el sexo, sino aquella que nos vincula con la muerte. Nuestro vínculo con la finitud, propia o de aquellos que amamos, nos confronta con profundidades de esas que casi ni palabra tienen para ser nombradas.
En ese contexto, la muerte parece casi obscena, tanto por la forma como se la muestra, por ejemplo, en la banalidad de la televisión, o por cómo se la oculta, tal el caso de nuestra vida social, en la cual aparece como trámite a ser resuelto rápidamente.
Es verdad que la ceremonia del velatorio y del entierro sufrió lo que han sufrido todas las ceremonias de nuestra vida social en los últimos tiempos: se vaciaron de contenido a fuerza de ser vivida como obligación vaciada de afecto, o por ser tomados como lugares truculentos en los que, de última, se puede encontrar algún refugio, alejado de los deudos, en donde contar chistes que hagan reír nerviosamente.
Sin embargo, los velatorios y entierros recuperan su sentido cuando son el espacio para compartir el dolor y notificarse de los afectos genuinos con los que se cuenta para seguir el camino.
A veces, la vida urbana rompe redes de afecto y, en su ausencia, se disimula la soledad en rápidas ceremonias para, luego, llorar sin testigos, tanto por el dolor por el fallecido, como por el dolor del desierto emotivo que se transparenta al momento del adiós. A eso se suman las dificultades para superar conflictos familiares, también visibles en esas circunstancias, si bien, debe decirse, el dolor hace muchas veces que las reconciliaciones aparezcan y los afectos esenciales sean tenidos en cuenta más que las trifulcas de familia.
Lo importante frente a la muerte de quien uno quiere mucho es ofrecer y ofrecerse el tiempo necesario para honrar el dolor que emerge, algo vivido en un plano íntimo, pero también en un no menos importante plano social.
Existe mucho miedo al sentir, analfabetos emocionales como solemos ser, pero no en vano las comunidades siempre han honrado el espacio del morir otorgándole una sacralizad que hace bien en lo anímico y despeja el campo del porvenir de los que siguen en camino.
El dolor no mata, duele nomás. Compartirlo hace bien, esconderlo no. Por eso, con la forma que sea, es importante encontrar la ceremonia adecuada para cada uno, pero que sea una ceremonia, no un trámite, que para trámites tenemos bastante... demasiado..

Anticipar el funeral, una modalidad que busca su lugar
En Buenos Aires existen los seguros de sepelios; en el interior, se pueden financiar en cuotas


Es una apuesta a largo plazo y puede facilitarles las cosas a los familiares el día que llegue el momento de despedirse. Pero para hablar de previsibilidad funeraria es necesario hablar de la muerte. Algo que muchos tratan de evitar. Al menos en Buenos Aires, donde los seguros de sepelios aún no han logrado penetrar en este mercado, porque en el interior del país, donde existe la financiación en cuotas de los funerales, es mucho más común. En su libro 60 opciones para invertir en pesos y ahorrar en dólares , el periodista económico Mariano Gorodisch le dedica un capítulo a esto de anticipar el funeral. Ahí cuenta que los cementerios lanzaron planes de financiación por los que a través de módicas cuotas o de una prima mensual, cuando el destino sentencie que ha llegado el momento de partir, los familiares ya tengan resuelto el servicio funerario.
"Si ante el ritmo de devaluación de la moneda, los pesos en el bolsillo le queman, una alternativa es destinarlos a una inversión segura, aunque suene trágica: su propia muerte, que hasta la puede pagar en cuotas sin interés -escribe Gorodisch-. De este modo su familia no tendrá que preocuparse por tener que afrontar el costo de su servicio funerario."
El profesor y tanatólogo exequial Ricardo Péculo suele repetir la misma frase: nadie se va a morir antes por armar su funeral con antelación. Y hace la comparación con las bodas: ¿por qué organizarlo sobre la marcha cuando no se está en condiciones de razonar ni de tomar buenas decisiones?
En el Grupo Jardín del Pilar cuentan que estudios recientes revelaron que sólo el 20% de los consultados ha hablado del tema por necesidad, y que, por lo general, en estos casos es la mujer quien lo menciona, mientras que el hombre es quien se ocupa luego de los trámites. Daniel Ferreyra, gerente de Marketing y Desarrollo, aclara que a diferencia de las mutuales o las cooperativas que pueden ofrecer planes de financiación en cuotas, ellos están autorizados solamente a ofrecer en materia de previsión el seguro de sepelio. ¿De qué se trata? Una prima mensual que ronda los 30 o 40 pesos y que se puede adquirir para diferentes grupos familiares.
"En Buenos Aires la penetración de esto es mucho menor que en provincias como Salta, Mendoza o Córdoba. En Buenos Aires la gente es poco previsora. En países como Colombia o Uruguay, en cambio, la penetración alcanza al 80% y el 90% de la población, respectivamente", dice Ferreyra, que ve a la demanda digital como un posible y nuevo canal de previsión.
Para Guillermo Kornfeld, asesor funerario desde hace décadas, hoy en Lázaro Costa, aún existen muchos tabúes con el servicio de prenecesidad. Y cuenta que cuando alguien llega con esa inquietud suele escuchar la misma frase: "Le va a parecer extraño, pero le vengo a preguntar por mi propio servicio". Su respuesta es simple: "Quédese tranquilo. No es el único que lo está pensando"..
http://www.lanacion.com.ar/1649981-anticipar-el-funeral-una-modalidad-que-busca-su-lugar

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Maritima FM en Facebook