Los rituales funerarios están desapareciendo en Buenos Aires; lo atribuyen a causas económicas y a superar rápidamente una pérdida, pero para los psicólogos son necesarios
"Le
dimos todo en vida." Con esa frase los familiares suelen dar a entender
que no les interesa hacer un velatorio. Prefieren proceder directamente a la
inhumación o, como ya sucede en la mayoría de los casos, a la cremación. Desde
la casa funeraria hacen un intento más: le explican que el velatorio es el
momento propicio para hacer el duelo, esa respuesta natural y necesaria ante
una pérdida. Que es el momento de llorar y de apoyarse en el otro. Pero la
respuesta suele ser, otra vez, no. ¿Las razones? Disminuir gastos y, sobre
todo, finalizar con el proceso lo antes posible sin demasiada puesta en escena.
Los
rituales funerarios están desapareciendo en Buenos Aires y, en particular, en
los estratos medios de la sociedad, para quienes la muerte sigue siendo un tema
del que prefieren no hablar. Casi sin velorios, con cada vez más cremaciones y
con la irrupción de servicios que llegan de la cultura funeraria anglosajona
como elcatering , el funeral planner , o la asistente de familia en
persona, la forma de despedir a los muertos se ha amoldado a nuestros tiempos:
rápida, personalizada y despojada de ritualismos.
La
Asociación de Empresas de Servicio Fúnebre de la provincia de Buenos y Aires y
Capital (ASEF) afirma que hoy en ocho de cada diez casos se prescinde del
velatorio, lo que atribuye tanto a razones económicas como al cambio cultural
en el ritual de despedida. La cremación, que hace una década no superaba el 30%
del total de fallecidos, alcanza hoy el 60%. "Este cambio cultural se
manifiesta mucho más según baja la edad de quien es consultado, ratificando que
los valores medidos a la fecha se van a incrementar", dice Juan Carlos
Cuburú, gerente de ASEF.
El
que acepta la muerte vive más. Pero aun así, la muerte todavía es un tabú para
los porteños. Ésa es la visión que tiene el profesor y tanatólogo exequial
Ricardo Péculo. "En Buenos Aires se vive alocado. No hay tiempo. Hay menos
velorios o son más cortos, la gente no va al cementerio como iba antes, los
crematorios están llenos de cenizas que nadie va a buscar... Pero no es que la
gente cambió el sentir de la muerte, es el ritmo de vida que llevamos",
asegura.
Carlos
Caravello, responsable de convenios y red de prestadores del Grupo Jardín del
Pilar, advierte que no hacer el velatorio es una decisión que ellos no
alientan. "Hoy hay empresas que privilegian achicar costos sacando el
velatorio -dice-. La velación es un tema emparentado con el duelo, la
despedida, el recuerdo. Algo que es necesario. Hay gente que llega y ya en el
momento quiere terminar con todo, algo que ni siquiera es posible por los
tiempos legales."
Para
explicar este fenómeno, la psicoanalista y docente del Centro Dos Isabel
Carraro repara en cómo se entendía la muerte en la sociedad antes y ahora.
Antes: algo público, donde se compartía el momento en la habitación del
fallecido con familiares y vecinos, en palabras del historiador Philippe Ariès,
"una época donde la muerte estaba domesticada", integrada a la vida
como un hecho más de ésta. Ahora: la muerte es como un tabú, algo de lo que se
habla lo menos posible, demasiado privado y restringido. Un concepto posmoderno
en el que, si se puede abolir todo lo relativo al duelo, si se pueden reducir
los ritos que acompañan al velatorio, y si se puede reducir el cuerpo, mejor.
"Hoy
hay cierto empuje a estar feliz, a sentirte bien, rápidamente bien. Ese empuje
no da lugar a penar o sufrir la pérdida de un ser querido -dice Carraro-. El
problema es que lo que se pone debajo de la alfombra no desaparece: muchas
veces, si no se dejó lugar al duelo, se puede producir una seudodepresión o
procesos melancólicos que duran mucho tiempo."
Y
mientras los rituales se dejan de lado, desembarcan nuevos servicios que buscan
amenizar ese momento y no sumarle burocracia al dolor. El funeral planner es la persona a quien se le
encarga la organización de un funeral, tal como sucede con una boda. Si habrá
velorio, si se optará por la cremación o el sepelio, cómo será el ataúd, si
habrá música o comida. Eso sí: un funeral
planner como Péculo siempre
dirá que la palabra del muerto es palabra santa y se asegurará de cumplir con
ella.
La
asistente de familia en persona es una figura que prevé Jardín del Pilar para
los servicios que brinda desde hace unos cinco años. Y según Caravello, la
experiencia les ha demostrado que para ese rol la mujer suele desenvolverse
mejor. El objetivo es dar una contención inicial y que los deudos puedan
dedicarse a sentir y no tengan que ocuparse de los trámites. La otra novedad es
el servicio de catering , que puede variar entre un desayuno
o un brunch según la hora. "El servicio
de confitería no existía hace diez años atrás. Con un crecimiento notorio dejó
de ser algo extravagante para hoy ser bastante normal", dice Caravello.
Pero lo que pasa en
Buenos Aires no se replica en el interior. La gran diferencia para Cuburú es
que en el interior se conservan las tradiciones y una de ellas es ésta:
rendirles culto a los muertos. "Parecería que el ciudadano de las grandes
urbes -dice- ha endurecido sus sentimientos y quisiera escapar al fenómeno de
la muerte. Como si esto fuera posible.".
El dolor no mata y compartirlo hace bien
Se ha
dicho que la más íntima de las intimidades no es la que se relaciona con el
sexo, sino aquella que nos vincula con la muerte. Nuestro vínculo con la
finitud, propia o de aquellos que amamos, nos confronta con profundidades de
esas que casi ni palabra tienen para ser nombradas.
En ese
contexto, la muerte parece casi obscena, tanto por la forma como se la muestra,
por ejemplo, en la banalidad de la televisión, o por cómo se la oculta, tal el
caso de nuestra vida social, en la cual aparece como trámite a ser resuelto
rápidamente.
Es verdad
que la ceremonia del velatorio y del entierro sufrió lo que han sufrido todas
las ceremonias de nuestra vida social en los últimos tiempos: se vaciaron de
contenido a fuerza de ser vivida como obligación vaciada de afecto, o por ser
tomados como lugares truculentos en los que, de última, se puede encontrar
algún refugio, alejado de los deudos, en donde contar chistes que hagan reír
nerviosamente.
Sin
embargo, los velatorios y entierros recuperan su sentido cuando son el espacio
para compartir el dolor y notificarse de los afectos genuinos con los que se
cuenta para seguir el camino.
A veces,
la vida urbana rompe redes de afecto y, en su ausencia, se disimula la soledad
en rápidas ceremonias para, luego, llorar sin testigos, tanto por el dolor por
el fallecido, como por el dolor del desierto emotivo que se transparenta al
momento del adiós. A eso se suman las dificultades para superar conflictos
familiares, también visibles en esas circunstancias, si bien, debe decirse, el dolor
hace muchas veces que las reconciliaciones aparezcan y los afectos esenciales
sean tenidos en cuenta más que las trifulcas de familia.
Lo
importante frente a la muerte de quien uno quiere mucho es ofrecer y ofrecerse
el tiempo necesario para honrar el dolor que emerge, algo vivido en un plano
íntimo, pero también en un no menos importante plano social.
Existe
mucho miedo al sentir, analfabetos emocionales como solemos ser, pero no en
vano las comunidades siempre han honrado el espacio del morir otorgándole una
sacralizad que hace bien en lo anímico y despeja el campo del porvenir de los
que siguen en camino.
El dolor
no mata, duele nomás. Compartirlo hace bien, esconderlo no. Por eso, con la
forma que sea, es importante encontrar la ceremonia adecuada para cada uno,
pero que sea una ceremonia, no un trámite, que para trámites tenemos
bastante... demasiado..
Anticipar el funeral, una modalidad que busca su lugar
En Buenos Aires existen los seguros de sepelios; en
el interior, se pueden financiar en cuotas
Es una
apuesta a largo plazo y puede facilitarles las cosas a los familiares el día
que llegue el momento de despedirse. Pero para hablar de previsibilidad
funeraria es necesario hablar de la muerte. Algo que muchos tratan de evitar.
Al menos en Buenos Aires, donde los seguros de sepelios aún no han logrado
penetrar en este mercado, porque en el interior del país, donde existe la
financiación en cuotas de los funerales, es mucho más común. En su libro 60
opciones para invertir en pesos y ahorrar en dólares , el periodista
económico Mariano Gorodisch le dedica un capítulo a esto de anticipar el
funeral. Ahí cuenta que los cementerios lanzaron planes de financiación por los
que a través de módicas cuotas o de una prima mensual, cuando el destino
sentencie que ha llegado el momento de partir, los familiares ya tengan
resuelto el servicio funerario.
"Si
ante el ritmo de devaluación de la moneda, los pesos en el bolsillo le queman,
una alternativa es destinarlos a una inversión segura, aunque suene trágica: su
propia muerte, que hasta la puede pagar en cuotas sin interés -escribe
Gorodisch-. De este modo su familia no tendrá que preocuparse por tener que
afrontar el costo de su servicio funerario."
El
profesor y tanatólogo exequial Ricardo Péculo suele repetir la misma frase:
nadie se va a morir antes por armar su funeral con antelación. Y hace la
comparación con las bodas: ¿por qué organizarlo sobre la marcha cuando no se
está en condiciones de razonar ni de tomar buenas decisiones?
En el
Grupo Jardín del Pilar cuentan que estudios recientes revelaron que sólo el 20%
de los consultados ha hablado del tema por necesidad, y que, por lo general, en
estos casos es la mujer quien lo menciona, mientras que el hombre es quien se
ocupa luego de los trámites. Daniel Ferreyra, gerente de Marketing y
Desarrollo, aclara que a diferencia de las mutuales o las cooperativas que
pueden ofrecer planes de financiación en cuotas, ellos están autorizados
solamente a ofrecer en materia de previsión el seguro de sepelio. ¿De qué se
trata? Una prima mensual que ronda los 30 o 40 pesos y que se puede adquirir
para diferentes grupos familiares.
"En
Buenos Aires la penetración de esto es mucho menor que en provincias como
Salta, Mendoza o Córdoba. En Buenos Aires la gente es poco previsora. En países
como Colombia o Uruguay, en cambio, la penetración alcanza al 80% y el 90% de
la población, respectivamente", dice Ferreyra, que ve a la demanda digital
como un posible y nuevo canal de previsión.
Para
Guillermo Kornfeld, asesor funerario desde hace décadas, hoy en Lázaro Costa,
aún existen muchos tabúes con el servicio de prenecesidad. Y cuenta que cuando
alguien llega con esa inquietud suele escuchar la misma frase: "Le va a
parecer extraño, pero le vengo a preguntar por mi propio servicio". Su
respuesta es simple: "Quédese tranquilo. No es el único que lo está
pensando"..
http://www.lanacion.com.ar/1649981-anticipar-el-funeral-una-modalidad-que-busca-su-lugar
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