Esto Creo: La desgarradora imagen del niñito sirio, ahogado en una playa de Turquía, huyendo de la guerra y sus horrores, en búsqueda de una “tierra prometida” que lo amparara, avergüenza la condición humana.
Según las sagradas escrituras, los humanos seriamos
la culminación de la obra divina y frente a esa foto que arruga el corazón de
todos los que a lo largo y ancho del planeta han visto, cabe preguntarse: ¿Si
nosotros, los humanos, somos lo mejor que le salió a Dios, como será lo peor?
Ni la bestia carnicera más feroz puede equiparar tamaña afrenta a
la presunta “civilización” que tendría nuestra especie frente a este hecho.
Pude ver con mis propios ojos, apenas hace unas semanas atrás, la
Italia desbordada de norafricanos, que sin nada que perder más que su
existencia miserable y sin futuro, en forma suicida y desesperada se lanzaron a
cruzar el mediterráneo en patachos de toda índole. Estos se sumaban a los
millares de Europeos del este y sudamericanos que también buscaban en el viejo
continente lo que áfrica, cercano oriente, la ex URSS y nuestro continente les
negaban para saciar su hambre y encontrar algo que les permitiera alentar
alguna esperanza de un futuro. Simplemente eso.
Podrán ser las actuales condiciones socioeconómicas las detonantes
de estas dolorosas situaciones que empujan a centenares de miles de
desesperados a buscar en la vieja Europa lo que en sus tierras natales no
consiguen, pero sería miope considerar esta sola causa. Hay que buscar a partir
de la “descolonización” que signó al viejo continente tras la segunda guerra
mundial, lo que provocó esta tragedia.
La culminación de la revolución industrial, hizo que las potencias
coloniales se abastecieran de mano de obra barata de sus antiguas posesiones de
ultramar, por lo que alentaron los primeros éxodos, para que sus antiguos súbditos
ejecutaran las tareas que ningún europeo que se precie de tal haría, ni
siquiera por necesidad.
El tiempo pasó y los europeos en su bienestar y abundancia,
generada con la transpiración de los trabajadores de sus ex colonias, no solo
declinaron en su tasa reproductiva, sino favorecieron que estos se
multiplicaran y con el correr de los años se conviertan en sus compatriotas,
casi con sus mismos derechos.
El avance de la tecnología, robotización y globalización,
disminuyeron rápidamente la demanda de puestos de trabajo y hoy los inmigrantes
de sus antiguas colonias atentan contra las pocas oportunidades laborales que
tienen los propios ex colonialistas y allí esta buena parte del `problema que
afecta a ese continente.
Eric
John Ernest Hobsbawm (Alejandría, Egipto, 9 de junio de 1917 - Londres, Inglaterra, 1 de octubre de 2012) fue un historiador marxista británico de origen judío, escribió
sobre las consecuencias de lo que llamó “El siglo XX corto” y lo que acontecía
con el derrumbe de los imperios coloniales y previo sus consecuencia, que hoy
se cumplen íntegramente.
La hipocresía es moneda
corriente en la política y solo resta creer que el drama del chiquito ahogado,
sumado a las desgarradoras escenas de los centenares de miles de prófugos del
hambre, violencia racial, religiosa, política y guerras de toda índole que los
expulsan de sus países, logre que los líderes mundiales comiencen no solo a
pensar sino a poner en practica acciones que permitan devolverle a la
humanidad, su cualidad principal: la de Ser Humano e hijo de Dios. Julio Ramón ALCALDE.-
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