Esto
Creo:
Los
ciudadanos Argentinos, en poco tiempo deberemos concurrir a las urnas para
renovar el ¿alguna vez? “Honorable Congreso Nacional”, para lo cual los
partidos políticos ya están “calentando motores” para ofrecernos a los
electores, sus candidatos a Senadores y Diputados Nacionales, con los que
aspiran según dirán “representarnos y en nuestro nombre” actuar en uno de los
tres poderes que conforman el gobierno republicano.
No es menos cierto que el poder legislativo, en el
cual se elaboran las leyes y ordenanzas que rigen a los gobiernos nacional,
provincial y municipal, son seguramente el más deslucido eslabón de la
estructura de gestión y administración de la democracia que supimos conseguir;
y merced a las apabullantes mayorías que lograron los Poderes Ejecutivos de los
tres órdenes de actuación, como señalaba en el inicio de este párrafo, se han
convertido en literales “escribanías”, que manos alzadas mediante, dan marco a
los detentores del poder concreto en cada estamento de actuación.
Por delante tendremos un tiempo signado y plagado de
peroratas y declamación de buenas intenciones para tratar de captar nuestro
voto, por parte de todos y cada uno de los candidatos, en realidad a un futuro
personal sin mayores complicaciones, habida cuenta las generosas y abultadas
remuneraciones y futuras espléndidas jubilaciones que aguardan a quiénes
accedan a las bancas a ocupar.
Escucharemos sesudos análisis de nuestra realidad y
rimbombantes promesas de atender nuestras demandas y carencias, pero que de ahí
en adelante surjan las soluciones que necesitamos, eso ya es “harina de otro
costal”.
En nuestra condición de “puebleros” y habitantes del
“interior del interior” gracias a Dios solo los veremos pasar durante la
campaña, después –como siempre- con algo de suerte, a excepción del Senador
Miguel Pichetto, que cada 90 días más o menos nos visita, una o dos veces a lo
largo de su gestión y de ahí “nunca más”, la historia así lo indica.
Es tan cierta la “invisibilidad” de nuestros
representantes en el congreso de la nación, que si saliéramos a la calle y le
preguntáramos al primer transeúnte que nos encontráramos quiénes son nuestros
diputados y senadores nacionales, seguramente no podría nombrar a más de uno,
esto con sus nombres, de sus acciones, ni hablemos.
Pero en esta situación también nosotros los
ciudadanos somos responsables de la invisibilidad tanto de sus nombres y apellidos
como de lo que supuestamente en nuestro nombre van a ejercer su mandato, porque
una vez que los votamos los dejamos librados a su suerte y voluntad, y no
ejercemos nuestro derecho a controlar su gestión, a que nos den cuenta en qué
han, están o pretender trabajar desde sus bancas en nuestra representación. Los
ciudadanos muchas veces olvidamos que los actores políticos tanto gobernantes
como opositores son nuestros mandatarios, es decir están para ejecutar lo que
nosotros les encomendamos y no al revés, la democracia se funda precisamente en
esta premisa y nosotros debemos recordárselo a quienes en nuestro nombre
gobiernan.
Solo cuando los ciudadanos practiquemos el control
de nuestros mandatarios, lograremos que estos actúen en concurso de nuestros
problemas y necesidades de tal suerte que tengan en claro que tendrán que venir
a nuestras comunidades a dar cuenta de
sus actos, porque si no seremos nosotros quienes podremos hacer lo que ellos han
hecho desde siempre y decirles cuando nos pidan nuestro voto: “si te he visto,
ni me acuerdo”. Julio Ramón ALCALDE.-
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