viernes, 9 de agosto de 2013

Lo vi, me gustó y lo comparto

Jason Hickel (AL JAZEERA)

La extrema desigualdad global en parte crece debido a las políticas económicas neoliberales impuestas por los países ricos a las naciones pobres.

Traducción: Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)

La crisis del capital, el crecimiento del Movimiento Occupy y el desplome del Sur de Europa han traído a la conciencia de los grandes medios occidentales el problema de la desigualdad del ingreso por primera vez en muchas décadas. Ahora todo el mundo habla de cómo el 1% más rico captura una parte tan desproporcionada de la riqueza de sus respectivos países. Este asunto volvió a estrellarse recientemente en casa cuando se conoció un video animado que ilustra las disparidades de la riqueza en Estados Unidos. Cuando las infografías capturan la atención de decenas de millares de usuarios de Internet se sabe que están golpeando un nervio.
Pero la escala global de la desigualdad en gran parte sigue estando ausente en esta historia. En The Rules (Las Reglas) decidimos reunirla en un vídeo (1) para que le prestaran cierta atención.
Aunque esta información no es nueva, todavía está asustando. En el vídeo decimos que las 300 personas más ricas en la tierra tienen más riqueza que los 3.000 millones más pobres, casi la mitad de la población de mundo. Elegimos esos números porque hacen una comparación clara y memorable, pero la verdad es que la situación es incluso peor: las 200 personas más ricas tienen cerca de 2,7 billones (españoles, millones de millones) de dólares, mucho más que los 3.500 millones de gente más pobre, que reúnen solamente 2,2 billones (españoles) combinados. Es muy difícil atrapar las mentes con tales figuras extremas.

Pero quisimos hacer algo más que sólo ilustrar el grado brutal de la desigualdad: también quisimos demostrar que progresivamente está peor. Un reciente informe de Oxfam muestra que “el 1% más rico incrementó sus ingresos en 60% en los últimos 20 años, con la crisis financiera acelerando el proceso en vez de frenarlo, mientras los ingresos del 0,01% superior obtuvieron incluso mayor crecimiento.
El vídeo muestra cómo opera entre los países esta creciente disparidad. Durante el período colonial, la brecha entre los países ricos y pobres aumentó de 3:1 a 35:1, en parte por tanta riqueza extraída del sur global por las potencias europeas bajo la forma de recursos naturales y mano de obra. Desde entonces, esa brecha llega a casi 80:1. ¿Cómo esto ha sido posible?
Flujos de capital de pobre a los ricos
La brecha está creciendo en parte debido a las políticas económicas neoliberales que las instituciones internacionales, como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), han impuesto en las últimas décadas a los países en vías de desarrollo. Estas políticas están diseñadas para liberalizar los mercados a la fuerza, abriéndolos a fin de dar a las multinacionales un acceso sin precedentes a tierra, recursos naturales y mano de obra baratos. Pero a un precio muy alto: que los países pobres pierdan alrededor de 500.000 millones de dólares por año de su PIB, según el economista Robert Pollin de la Universidad de Massachusetts.
Como resultado vemos un claro flujo neto de riqueza desde lugares pobres a zonas donde abunda. Diseñamos el vídeo para ayudar a la gente a visualizar este flujo, y a mostrar cómo el Sur Global bombea hacia el Norte Global a un costo devastador.
Pocas personas saben sobre este sifoneo constante de riqueza. Una de las razones de esto es que el discurso sobre la ayuda ocupa demasiado espacio. Considerando la enorme publicidad capturada por Jeffrey Sachs y las Metas de Desarrollo del Milenio, o Bono y Bob Geldof, o aún las grandes caridades tales como Save the Children, Christian Aid y Action Aid.
Los gobiernos de países ricos celebran constantemente cuánto pasan en ayuda a los países en vías de desarrollo, y las sociedades multinacionales salpican las credenciales de la CSR (sigla en inglés de Responsabilidad Social Corporativa) a través de informes anuales y líneas de productos sin que ningunas de ellas confiese cuánto saca fuera de los países pobres (en vías de desarrollo).
El vídeo destaca el hecho que los desembolsos de esa ayuda de ricos a pobres palidecen con respecto a la cantidad de capital que fluye en la otra dirección. La evasión fiscal por sí sola representa más de 900 mil millones de dólares al año y es dinero que las corporaciones roban a los países pobres y esconden en paraísos fiscales (o más exactamente, países gobernados por ladrones), de los cuales la ciudad de Londres es el centro mundial. Los pagos de servicio de la deuda por alrededor de 600 mil millones de dólares al año, que muchos países pagaron con interés compuesto por préstamos ilegítimos acumulados por dictadores largamente ya depuestos. Ambos flujos pueden entenderse como transfusiones directas de dinero en efectivo de los pobres a los ricos.
Hay mucho más que podríamos haber incluido en el video. Acaparamientos de tierra, por ejemplo: el nuevo libro de Fred Pearce, Los Acaparadores de Tierras, muestra que sólo en la última década extensiones mayores a la superficie de Europa Occidental han sido arrebatadas por las corporaciones a los países en desarrollo. Si pudiéramos cuantificar el valor de esa tierra podríamos haber añadido una cantidad enorme al montón de 2 billones de dólares en efectivo traspasado de pobres a ricos que muestra el video.
O considerar el cambio climático: Un aumento de 2 grados en la temperatura global tendrá un costo de alrededor del 5 por ciento del PIB de países de regiones como África y Asia del Sur, mucho más de lo que van a sufrir los países ricos, a pesar que estos soportan la mayor parte de la responsabilidad por haber causado este desastre. Las pérdidas en este nivel hacen que la ayuda parezca insignificante.
Estas son las razones fundamentales de la pobreza y la desigualdad. Estos son los problemas que tenemos que abordar.
Déficit democrático
Cabe señalar que la división geográfica entre el Norte y el Sur Global que representa el video no tiene tanto sentido hoy como lo tuvo alguna vez. Tratamos de mostrar cómo China y Rusia encarnan esta división dentro de sus fronteras. Pero para ser aún más precisos hubiéramos tenido que representar un pequeño grupo de ricos del corazón de las corporaciones y los individuos, una élite global frente a la mayoría de los pueblos del mundo. Ya no se trata sólo de Occidente contra el resto; la división de clases ahora está internacionalmente dispersa.
Sigue siendo cierto que están monopolizadas por los países occidentales las instituciones que controlan la economía mundial (el Banco Mundial, el FMI, la OMC y varios acuerdos bilaterales de libre comercio, o TLCs). Pero eso no quiere decir que representen los intereses de los votantes de esos países. Las personas que dirigen esas instituciones -los bancos centrales, representantes sindicales y sus grupos de lobby corporativo- no son elegidos en ningún proceso democrático.
El Banco Mundial y el FMI tienen el poder de imponer políticas económicas a los países en vías de desarrollo incluso cuando los votantes y los políticos elegidos en estos países los rechazan unánimemente. Encima de esto, disfrutan de la situación de “inmunidad soberana” que los protege contra pleitos cuando fallan sus préstamos fallan y sus políticas causan crisis económica y devastación humana.
Es otras palabras, no sólo están estas instituciones no democráticas, también juegan sus cartas de triunfo las democracias locales y el hacer caso omiso a los votantes en naciones independientes. La gente afectada no tiene ningún recurso ante la justicia.
Vemos el mismo déficit democrático en las corporaciones. La mayoría de las entidades económicas más grandes del mundo ahora son corporaciones, no países. Son dirigidas por CEOs que son no-elegidos e inexplicables para cualquier ciudadano. Son responsables solamente ante sus accionistas, y su mandato es obtener tantos beneficios como sea posible a cualquier costo de la vida humana o del planeta.
Estas corporaciones a menudo tienen más poder que los gobiernos de los países en donde operan. Una razón de esto es que la OMC y la mayoría de los TLCs hacen cumplir “los acuerdos por disputas inversor-estado” que permiten a las corporaciones demandar a los gobiernos locales por legislación que compromete sus beneficios, como leyes de salario mínimo o leyes anti contaminación.
Necesitamos cambiar las reglas
Aquí el punto es que el poder corporativo regularmente supera la soberanía de las naciones. Tenemos que hacer frente al hecho de que las instituciones democráticas que trabajamos y sostuvimos difícilmente durante el siglo XX no sean más suficientes para protegernos en este agresivo mundo nuevo.
Necesitamos cambiar las reglas, y necesitamos hacerlo rápidamente. Dado que el poder real ahora está rutinariamente manejado en el nivel supranacional, necesitamos comenzar a construir la capacidad democrática global que puede mantener control sobre la avaricia y el mercantilismo desenfrenados.
Esto pudo significar un impuesto mínimo corporativo global que poner fin a los paraísos fiscales y a la manipulación de precios. Puede signifiar un salario mínimo global que ponga un piso a la explotación del trabajo. Ciertamente significaría arrebatar el control de leyes comerciales internacionales de las manos de los banqueros del FMI y de los tecnócratas de la OMC y ponerlo bajo nuevas instituciones que sean transparentes y democráticas.
Si vamos a tener una economía global, necesitamos tener una supervisión democrática global. ¿Podemos lograr esto? Sí. Y de todos modos, no tenemos otra opción. De esto depende el futuro de la humanidad y del planeta. Dirán que somos soñadores por exigir estos cambios. Pero los soñadores son quienes imaginan factible que podamos continuar con el status quo.
*) El Dr. Jason Hickel, PhD en antropología de la Universidad de Virginia 2011, es co-editor del libro Ekhaya: The Politics of Home in KwaZulu-Natal, South Africa, y contribuye a la crítica y al análisis políticos en publicaciones como Le Monde Diplomatique, Monthly Review y The Africa Report. En enero 2013 dictó conferencias en la London School of Economics, es consejero de la ONG The Rules (Las Reglas) y actualmente trabaja en un libro titulado The Development Delusion: Why Aid Misses the Point about Poverty (La Desilusión del Desarrollo: ¿Por qué la ayuda pierde el sentido de la pobreza).


Fuente:
Este artículo fue publicado originalmente en Al Jazeera:
http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2013/04/201349124135226392.html

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