Por Ceferino Reato. Los emails del sociólogo antes de fallecer y las causas de su
"invisibilización".
Héctor Leis falleció el sábado pasado en Brasil, donde se exilió en
1976. | Foto: www.article.wn.com
Es una impresión, pero creo que la muerte de Héctor Leis está pasando
demasiado desapercibida. Leis es el sociólogo y profesor universitario que
en sus últimos libros y artículos pidió perdón por su pertenencia a Montoneros en los 70 y describió con
agudeza y sentido del humor muchos de los mitos que sostenían a las guerrillas
y que explican cómo tantos jóvenes tomaron las armas. Además, protagonizó junto
con Graciela Fernández Meijide un documental, El diálogo, que debate todas esas
cuestiones.
Es decir que para el kirchnerismo
y sus intelectuales Leis se había convertido en un personaje
incómodo. Eso explica el silencio de este sector frente a su
muerte; aplican la táctica del “ninguneo”: ¿para qué van a criticar, para que
van a “darle prensa”, a un personaje que ya no podrá incomodarlos? El papel que
cumplen no es, precisamente, debatir, sino construir relatos maniqueos sobre la
historia reciente y proyectarlos a las lucha políticas del presente.
Se explica menos el silencio entre los intelectuales no kirchneristas,
salvo excepciones. Creo que los 70 son un tema incómodo; la mayoría de estos
intelectuales no quiere abordarlo y solo lo hace cuando se ven obligados. En
todos estos años, no han sabido salir de la trampa que les ha tendido el
kirchnerismo. Es una trampa rudimentaria pero efectiva: ante cualquier atisbo
de crítica, los vincula con “la teoría de los dos demonios”, “la derecha”, “el
golpe cívico militar”, el mal, los buitres de la historia y del presente.
Para unas u otras razones, los
intelectuales, en general, mantienen clausurado el debate sobre los
70 como si
todo ya estuviera dicho, como si nada puede aprenderse de una época que
concentra muchas de las virtudes pero también de los vicios de nuestra cultura
política (entre los vicios, anoto el autoritarismo, el espíritu de facción, la
intolerancia, el mesianismo y el redentorismo).
Leis vivía
en Brasil, donde se había radicado durante la dictadura argentina. Al menos en el último tramo de su
vida, estaba disgustado con los intelectuales argentinos, en general. Me lo
comentó en un email el 21 de julio, es decir un mes y medio de su muerte. La
enfermedad que lo iba consumiendo no lograba apagar su entusiasmo por dar a
conocer sus ideas y generar debate; estaba preocupado por la escasa repercusión
pública de su último libro, Memorias en fuga, al contrario de lo que había
pasado con Un testamento y el documental El
diálogo.
“Mis otros textos no ofrecen
tantos elementos como éste; sin embargo, Memorias… fue blindado por un
silencio de los medios y de mis colegas intelectuales que me frustra y no
consigo entender. Este silencio sería menos ominoso si no recibiera en privado los elogios
que mis colegas me niegan en público”, me dijo.
Yo le di un par de ideas para impulsar el libro, y agregué: “Es
importante no desanimarse a causa del medio ambiente: los intelectuales en esta
parte del mundo no son muy generosos”.
Leis me respondió al día
siguiente, el 22 de julio. Sobre una de las ideas que le propuse, me dijo:
“Lamentablemente, ya no consigo hablar bien como para hacer algo por
videoconferencia, pero quizás se pueda organizar algún debate sobre el libro”.
Y añadió: “Estoy convencido que al elitismo intelectual-académico-progresista
que existe en Argentinadebemos atacarlo de frente, es parte importante de
la obturación del debate sobre la cultura política dominante en el país. ¡En mis Memorias… los maltraté todo lo que
pude!”.
*Editor
ejecutivo de la revista Fortuna, su último libro es ¡Viva la sangre!
http://www.perfil.com/columnistas/El-intelectual-exmontonero-cuya-muerte-ninguneo-el-kirchnerismo-20140912-0014.html
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