POR ELENA PERALTA
Lo advierten expertos de la UBA. Eso provoca, en el
corto plazo, pérdida de capacidad de atención, malhumor y dolor de cabeza. Y
con el tiempo afianza costumbres que pueden multiplicar patologías.
Apagar el despertador, robarle 15 minutos más en la cama, vestirse a las
corridas y salir sin casi nada en el estómago. ¿A la oficina? No, a la escuela.
Los chicos están reproduciendo una costumbre de adultos que pone en peligro su
salud. Sólo uno de cada diez chicos en edad escolar toma un desayuno
nutricionalmente completo en su casa antes de ir al colegio.
La conclusión surge
de los primeros resultados de una compilación de tres investigaciones que lleva
adelante el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación
(CEPEA) y la Cátedra de Política Alimentaria en la Escuela de Nutrición de la
UBA. El Centro está analizando la dieta de 1.250 alumnos de 87 escuelas en seis
provincias y los primeros datos son preocupantes.
“Sólo un 10% hace
en sus casas un desayuno de buena calidad nutricional”, asegura Sergio
Britos, director del CEPEA. ¿Qué pasa con el 90% que queda? “Cerca del 40%
desayuna algo insuficiente en sus casas y el 60% de las familias restantes
supone que en la escuela le darán un buen desayuno, cosa que no termina
sucediendo en todos los casos”, explica el nutricionista.
Britos dice que hay
un mix de razones que explican por qué los nenes salen de casa con la panza
vacía: “Hay un componente socioeconómico importante que suprime el desayuno por
necesidad, pero también hay un porcentaje muy grande, que cada día crece más,
de familias que pueden darle un desayuno completo a sus hijos pero que no lo
hace por apuro, porque no quiere pelearse con los chicos para que tomen la
leche o simplemente por una cuestión de hábitos”.
Los especialistas
aseguran que se perdió la costumbre. “La excusa más habitual es la
falta de tiempo. Hacemos todo por dormir más y creemos que quedarnos media hora
más en la cama nos va a ayudar a no dormirnos durante el día mucho más que
sentarnos a tomar el desayuno. Nada más errado”, define Silvio Schraier,
director de la carrera de médicos especialistas en nutrición de la UBA y
presidente de la Fundación Argentina de Nutrición.
“Durante las horas
en que dormimos nuestro cerebro sigue funcionando y consumiendo glucosa, su
principal combustible.
Cuando nos
levantamos el cuerpo está con el tanque al límite y necesita llenarlo ”, explica
Scharier.
No desayunar,
asegura el nutricionista, es romper un ciclo biológico. Siguiendo
con la metáfora del auto. Los chicos, en pleno período de crecimiento y
desarrollo, gastan mucho más combustible que los adultos. Y no hacer las cargas
a horario y con la nafta adecuada no tarda en hacerse notar.
“Después sucede que los chicos tienen problemas de atención o les cuesta
concentrarse. Se los termina derivando a la psicopedagoga, al oftalmólogo, al
psicólogo. Y lo que necesitan es alimentarse correctamente”, agrega Schraier.
La nutricionista
Mónica Katz le pone nombre científico: “produce neuroglucopenia, es decir falta
de glucosa en el cerebro y entre sus síntomas están el mal humor y el
dolor de cabeza ”.
María Florencia
Silva, una de las nutricionistas que participa en el estudio, explica que
saltearse la leche de la mañana tiene en el corto plazo consecuencias
cognitivas como pérdida de la memoria, la fluidez verbal y la capacidad
de atención. Y en el largo plazo, costumbres poco saludables que
multiplican patologías.
“No desayunar
conlleva malos hábitos nutricionales que se acarrean luego en la vida adulta.
En principio, los chicos llegan con mucha más hambre en el almuerzo y
probablemente coman mucha más cantidad e indiscriminadamente”. Un dato
importante, teniendo en cuenta que entre el 35 y el 40% de los escolares
argentinos tiene sobrepeso.
Britos asegura que
cómo alimentamos a los chicos de hoy determinará cómo serán los adultos de
mañana: “Los ayunadores crónicos tienen más chances de desarrollar resistencia
a la insulina, la puerta de entrada a la diabetes y la colesterolemia. Además,
si tenemos en cuenta que el 70% del calcio se incorpora a través de los
lácteos, dentro de 40 años vamos a tener una generación con mucha más
osteoporosis que hoy”.
Un desayuno
nutricionalmente completo (Ver infografía) debería aportar no más de 300 calorías
y no menos del 20% de la recomendación diaria de calcio. Tomar una colación
lavada o un vaso de jugo no sirve de nada. El desayuno debería contener una
buena porción de lácteos, fundamentalmente una taza de leche o un pote de
yogur. Pueden ser semidescremados. “Después de los dos años, la grasa de la
leche no es necesaria. Lo importante es el calcio. Y en un contexto de
prevalencia de la obesidad infantil, no es recomendable cargar a los chicos de
calorías vacías”, explica Britos.
Untar las tostadas con
queso crema también ayuda.
“Si a los chicos
les gusta, es preferible ofrecerles leche y dejar el yogur para otro momento
del día. Por su procesamiento, pierden hidratos y proteínas que en la leche
están en estado natural”, recomienda Schraier. “Más allá de vigilar la
cantidad de azúcar, a esta edad no hay ningún prohibido, salvo que el niño sea
alérgico o tenga sobrepeso. Tranquilamente puede comer un alfajor algunas
mañanas y otras equilibrar con cereales”, autoriza Britos.
http://www.clarin.com/sociedad/chicos-desayuna-pone-riesgo-salud_0_1001899908.html
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