jueves, 12 de diciembre de 2013

Sin ensuciarse las manos, ni engordar el patrimonio

Esto Creo:
Apenas hace unas horas descansa en paz, nuestro convecino y amigo, Juan Carlos Irizar, con quién compartí más de 24 años de trabajo radial: Primero fue “El tango y su historia” en el que volcó toda su enjundia y pasión por el género musical de la ciudad, y de su boca conocí a autores, intérpretes, el anecdotario y las bases y desarrollo de la música ciudadana.
Agotado el ciclo, en base a que a ambos nos gustaba la historia y que los libros del tema constituían nuestra lectura recreativa y cotidiana, iniciamos un ciclo de 22 años que llamamos “La Historia en Pijamas” donde dimos a conocer hechos y personajes en los que en la mayoría de los casos la historia  “Oficial” no dedicó ni un solo renglón, como por caso “El mariscal Argentino del Zar Ruso” o  “la rebelión de las putas de San Julián”, e incontables narraciones sobre sucesos y sus protagonistas, tanto comprovincianos y compatriotas, como del resto el mundo.
Esta relación profesional surgida gracias a una inquietud de Horacio Iud, con quién solíamos tomar un café en las mañanas domingueras, en las que charlábamos entre nosotros sobre estos tópicos, dio pie a una relación personal que duplicó la satisfacción de nuestros encuentros de café.
Juan Carlos, a quién jamás tutee, desde mi punto de vista fue quizá uno de los últimos pioneros del San Antonio pueblero; llegó aquí con su título profesional bajo el brazo en la década del 60, donde todo lo que hoy es real, concreto, tangible, era poco menos que quimeras o utopías. Fue testigo de la vida con agua mezquina, de las rutas de tierra, de la época de oro del ferrocarril, la “llegada del agua”, la construcción y puesta en marcha del puerto de ultramar de San Antonio Este, ALPAT, el desarrollo del balneario Las Grutas, del que fue uno de sus primeros vecinos, y tantas otras concreciones que hoy, por cotidianas, nos parecen naturales.
Como Bioquímico, volcó su vocación y compromiso comunitario, y con gran justicia hace unos pocos días el hospital impuso su nombre al laboratorio, de cuyo equipo formó parte por años y ya jubilado por mucho tiempo más siguió colaborando desinteresadamente.
En la vida política demostró dignidad y entereza. Miembro fundacional del Partido Provincial Rionegrino, como Concejal no titubeó en enfrentar a la conducción provincial cuando negociaron el voto del mismo por la embajada en Noruega del General Requeijo, por lo que junto a Carlos Cambarieri fueron expulsados.
De nuevo en su banca, habida cuenta su jubilación, donó su dieta para becas universitarias, producto de la cual hoy nuestra ciudad tiene varios profesionales que pudieron llevar adelante su vida académica, gracias a la generosidad de Irizar, que permitió costearlos ya que sus padres no podían.
Sus utopías y experiencias políticas lo llevaron a trabajar incansablemente en la fundación del Partido Vecinal “Todos por Todos” del que salvo la presidencia, casi honoraria, no aceptó cargo o postulación alguna y logró convocar a vecinos a los que seguramente jamás hubieran convocado o seducidos para participar los partidos políticos tradicionales.
Con Irizar se va una época y un modo de vida en los que la decencia, integridad y dignidad constituían condiciones “sine qua non”, y a los largo de sus 81 años lo demostró cotidianamente, por lo que finalizo estas líneas de respetuosa memoria y homenaje a mi amigo y convecino, poniendo de manifiesto sus valores y la necesidad de que los mismos no se agoten en él.

Juan Carlos demostró categórica y palmariamente que se puede servir sin servirse y que se puede hacer política y gestión pública, sin ensuciarse las manos, ni engordar el patrimonio. Julio Ramón Alcalde.-   

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